Una huerta urbana en plena azotea del CCE

La huerta urbana ubicada en la calle Rincón 629 en plena Ciudad Vieja de la capital ofrece una innovadora propuesta que pretende ser replicada por otras instituciones.

El emprendimiento pionero en huertas urbanas comenzó con un campamento para jóvenes. Una apuesta a mediano plazo donde se conjugan medio ambiente, sustentabilidad y educación.

Según explicaron los organizadores la huerta del CCE se plantea como un aula abierta, un espacio de aprendizaje colectivo, una plataforma de investigación participativa y de educación ambiental, que intenta contribuir al desarrollo sustentable de la ciudad de Montevideo y a la regeneración urbana con énfasis en la Ciudad Vieja.

La idea busca promover un cambio de valores y actitudes respecto al medioambiente, en relación al trabajo con la tierra, en comunidad, compartiendo e integrando. El programa es impulsado por un gran equipo de talleristas, educadores, con talleres de semillas, compostaje, salud, cosecha o cocina para cuarenta jóvenes, niñas y niños de edades diversas.

La huerta orgánica en la azotea pretende convertirse en un espacio de aprendizaje para una sociedad sostenible y una plataforma de investigación participativa, que puede integrar otros proyectos relacionados a la huerta.

La arquitecta Any Paz, una de las precursoras del proyecto y tallerista del campamento, busca concientizar a la población y en especial a los más pequeños de los beneficios de tener una huerta en nuestra casa, sin importar las dimensiones del espacio. “En cualquier lugar podemos armar nuestra huerta”, explica la experta que a través del emprendimiento desarrollado en plena azotea del CCE además de producir alimentos sanos y poder saber de dónde proviene lo que se consume, la huerta orgánica urbana es un dispositivo pedagógico versátil que permite la satisfacción de diversas necesidades. “Contribuye a un desarrollo sustentable de la ciudad, provee alimento orgánico y juega un rol muy importante en la ecología de la ciudad. El manejo agro-ecológico se basa en prácticas como mantener la biodiversidad, respetar los ciclos biológicos, producir semillas propias e intercambiarlas, sin usar agrotóxicos”.

Con educadores especializados los niños que participaron de esta primera actividad pudieron conocer los secretos de las semillas, hacer compost y ver cómo trabajan las lombrices en la tierra.

El CCE, quien tiene como uno de sus ejes la educación y permanece siempre abierto a amplificar su espacio, tiene entre sus objetivos que esta huerta sea también un aula abierta, centro de actividades culturales, recreativas y de eventos como la promoción de alimentación saludable a través de talleres de siembra, de cocina y degustaciones tanto para niños y niñas como para personas adultas. Además ya comenzó a formarse una biblioteca de semillas para conocer más sobre la amplia variedad existente en nuestro país.

 


Origen: Una huerta urbana en plena azotea del CCE – Diario La República